The Opposite

Uno de los mejores capítulos de las nueve temporadas de Seinfeld es The Opposite, según mi criterio y el de Sony. En él, uno de sus protagonistas (George Constanza) un día se da cuenta de que una vida repleta de derrotas en todos sus ámbitos, es el resultado inevitable de haber actuado de acuerdo a lo que él consideraba que correspondía hacer en cada circunstancia. Era un perdedor por actuar de acuerdo a su forma de pensar. Y es en esa epifanía que decide empezar a hacer todo lo contrario. Es entonces que encara la barra del bar, se acerca a una atractiva rubia que lo miraba y le dice sin vacilar: “Me llamo George, estoy desempleado y vivo con mis padres.” La rubia le regala una sonrisa y se presenta. Fin de la escena.

Quizás hemos llegado, luego de la primavera empezada con el no-positivismo del traidor mendocino, a un momento crítico en el cual debamos detenernos a pensar si cada paso que estamos dando es el paso correcto y, sobre todo, si lo que creemos que está bien y es lo que corresponde, es realmente lo mejor. ¿No habrá que revisar algunas estrategias, tácticas y técnicas, y emplear sus opuestas (o al menos, diferentes) para determinados lugares y circunstancias? Me pregunto: ¿sirve el discurso nac & pop en una ciudad que en su mayoría detesta lo nac & pop? ¿Sirve usar como caballito de batalla de la campaña a la salud pública en una ciudad que tiene un 80% de usuarios de medicina prepaga y que claramente comulga –en su mayoría- con la idea de que «el que no es porteño que pague, si quiere atenderse acá»? ¿Sirve tener como cuarta candidata en la lista de diputados a una persona que desata un escándalo en el INADI, dándole de comer a Clarín a dos semanas de las elecciones? ¿Sirve poner a un tipo muy formado y muy honesto como candidato, cuando vale muchísimo más para un electorado esquivo desde siempre un poquito de carisma? ¿Sirve basar la campaña en un modelo de ciudad y de hacer política cuando es evidente que da mejores resultados una buena estrategia de marketing? Si es muy claro que el “anti-k” siempre votará lo que a «los K» nos perjudique, y también es claro que «los K» siempre votaremos a nuestros candidatos: ¿sirve dirigirse a todo el mundo, o deberíamos habernos concentrado en estudiar quiénes son esos 250 mil tipos que votaron al PRO y en Octubre lo harán por Cristina? ¿Qué quieren? ¿Qué buscan? ¿Cómo seducirlos?

Macri llenó su campaña de frases lindas, moderadas, llenas hasta el hartazgo de “gente”, de “feliz”, de “todos”, de “mejor”, de “trabajo”. Todas mentiras. Todo un engaño. Pero sabía que eso era lo que  tenía que decir para ganar. Y lo hizo, y le terminó yendo mejor de lo que esperaba, porque ni en sus sueños más regocijantes sacaba el porcentaje de votos que terminó sacando. Ganó todas las comunas. Metió dos diputados más de los que tenía hasta ayer. Y nos dejó boquiabiertos y con la idea -de muchos, y no sólo nosotros- de que quizás es mejor dejar el ballotage de lado, para no seguir pasando papelones.

Nosotros podemos seguir nuestro camino, llenando campañas con contenidos que tengan que ver con el modelo de país que pregonamos y que, efectivamente, se está desarrollando de la mano del Gobierno Nacional. Un camino mucho más sincero y suicida para morir en nuestra ley. Pero también podemos ser quince minutos más vivos y aspirar a una elección digna en nuestra ciudad -de una vez por todas-, endulzando los oídos de aquéllos que nos vienen dando la espalda sistemáticamente y que se pueden convencer. El FPV sacó el 14% de los votos, apenas mejoró su última performance eleccionaria. Si seguimos intentando penetrar en la CABA por este camino, no lo vamos a lograr. Cambiemos las formas sin cambiar el  fondo. Es la única manera de modificar esta realidad porteña que nos llena de amargura.

Adrián Nirón-Grupo Choripán